La curiosidad forma parte de la naturaleza de los niños. Desde que nacen comienzan a ver, luego a caminar y a explorar el mundo que los rodea. La curiosidad es interés, motivación por todo lo que está en su entorno, estos son factores importantes para que pueda darse un aprendizaje exitoso.
La curiosidad lleva a los niños a probar y hacer cosas nuevas, le da emoción a la vida y puede llevarles a vivir una vida interesante y llena de aventuras.
Como adultos, debemos respetar esa necesidad de exploración constante, por supuesto poniendo límites dependiendo la edad, pero sin coartar esa curiosidad innata de los niños. Debemos potenciar ese deseo constante de investigar y de aprender cosas nuevas.
No es necesario tener todas las respuestas a sus preguntas de inmediato, debemos alentarlos a que piensen, incentivarlos a buscar las respuestas a sus preguntas y ayudarles a encontrarlas, es más eficiente que darles una respuesta rápida.
Los padres deberiamos hacerles preguntas a nuestros niños para estimular también la curiosidad, preguntas con respuestas libres que vayan más allá de una simple palabra, de esta manera ellos pueden desarrollar su creatividad, vocabulario y se pueden expresar mejor.
Las actividades divertidas no planificadas, a los niños les encantan, como no se las esperan les gustará más realizarlas.
Los niños curiosos serán aquellos que desarrollarán mejor su capacidad de observación y análisis del mundo que los rodea y se sentirán más motivados a seguir aprendiendo siempre, aunque se equivoquen, ya que podrán ver en el error un elemento positivo de aprendizaje.